Versión analizada: PS4
Otras versiones: PS3, PC, XBOX 360, XBOX ONE
-Una poderosa mujer con una antorcha, cuya llama es el relámpago aprisionado y su nombre es Madre de los Exiliados. Dadme a los rendidos, a los pobres, a vuestras masas hacinadas anhelando la libertad. El desamparado desecho de vuestras playas. Enviadlos, a los pobres, a los arrasados, enviádmelos.
Es difícil decir que género es el más característico de los videojuegos y cada uno tendrá su opinión. Quizá desde fuera el shooter sea uno de los más reconocibles. Un arma controlada por un mando y muchos disparos y muertos es una de las representaciones más clásicas de videojuegos en otros medios y bastantes de los prejuicios vienen de él. No hay tiroteo en Estados Unidos que no es relacionado con un videojuego de disparos o con música extrema.
El shooter tiene su historia, en la que grandes juegos como Doom o Wolfenstein han marcado de forma decisiva la evolución de un género. Primero con su condición de pioneros y luego con la evolución con sus reboots y secuelas en entregas tan disfrutables como Wolfenstein: The New Order, un juego que bebe de los clásicos y que no esconde su gusto por los disparos y el gore. Vale, los tiempos han cambiado y se ha introducido una historia con pretensiones, pero si jugamos a Wolfenstein es porque queremos disparar sin freno a nazis. Y vaya si lo vamos a hacer.