sábado, 25 de abril de 2015

Real Lives 2010 (PC, 2010)

La misma corriente de vida que corre por mis venas, corre por el mundo y baila rítmicamente - Rabindranath Tagore
Versión analizada: PC
Requisitos mínimosUn boniato

Yo no soy, en realidad, un gamer, lo que me lleva a preguntarme que hago aquí, en este blog. Mis "servicios" fueron "reclutados" principalmente para ponerlo en marcha, y asegurarme de que el diseño era el deseado. Y aquí estamos, muchos meses después, sin haber publicado nada.

El caso es que si juego a cosas, no necesariamente cosas immaculadas, obras maestras visuales, o juegos con una historia preciosa y una mecánica rompedora. Yo soy más de juegos de deportes, de moñiguear en sandboxes a lo GTA, y de juegos de simulación como este que aquí traigo, que consisten más bien en darle a un botón hasta que pase algo que te obligue a pinchar en otro botón, y repetir hasta la saciedad.

Así pues, en este mi primer artículo, hablaré de algo que es más bien una herramienta de concienciación social que un juego en sí, pero como soy bastante sociópata, sus lecciones caen en saco roto.

En Real Lives, vives la vida de otra persona en cualquier parte del mundo. No esperes gráficos HD 1080 a tope de power porque tienes un mapamundi y poco más. Las opciones son limitadas; y los eventos, reducidos. Pero aún así, merece unos buenos 30 minutos de juego.

Como probablemente no haya contenido suficiente para rellenar una crítica entera de forma superficial, voy a jugar una vida entera para que os hagáis a la idea de lo que os vais a encontrar aquí. 


MI VIDA: Una niña en Polonia

El juego da la opción de crear tu propia vida (elegir tus talentos, tus debilidades, y tu país de origen), o dejarlo todo al azar. En este caso, he tomado la segunda, y el resultado ha sido Bogdana, una niña polaca en la encantadora villa de Zielona Góra.

He tenido mucha, mucha suerte.

El generador aleatorio de seres humanos ha sido muy benévolo conmigo, porque en el 90% de ocasiones acabas siendo un joven drogadicto en el Pakistán, así que ser una hija única de buena familia y con, según parece, bastantes cualidades positivas, es una bendición.

La interfaz del juego tiene la siguiente pinta:


Algo austera, pero bueno. A la izquierda tenemos nuestras estadísticas, en el centro un mapa bastante inútil que nos va a recordar durante 80 turnos que seguimos en Polonia, y a la derecha una especie de diario. Nuestra única interacción posible es el botón de "crecer un año", y creedme, nunca sabes lo que puede pasar cuando lo pinchas. Puedes morir de repente. Puedes encontrar pareja. Puedes coger el lupus. Es como la vida, vaya.

Arriba vemos otros cuatro posibles menús: uno que nos da más información sobre nuestra familia y su estátus social (tenemos sanidad publica, agua potable, ¡y dos teléfonos!); las acciones (que nos permiten controlar la vida de nuestra persona, aunque están inhabilitadas ahora mismo, porque acabo de nacer y tal), un Google Maps muy innecesario que nos enseña nuestra ciudad, un menú de estadísticas con gráficos preciosos. Las transiciones entre menúes son tan sutiles como una película de Michael Bay, por cierto.

De vez en cuando, nos aparecen datos curiosos e informativos, como que por ejemplo, los polacos toman muchas sopas. Bueno es saberlo. Otras veces te dicen que las mujeres en Polonia sufren discriminación económica. Por lo general, en cualquier caso, suelen estorbar más de lo que informan.

No he mencionado aún la mucha grima que da la cara de tu personaje. No sólo porque no tengan pelo, si no porque mueve sus facciones de una forma completamente distinta a como lo haría un ser humano normal. Es como esos cuadros de las películas de terror que mueven los ojos. Muy escalofriante.

En algún momento empiezas el colegio y te dan a elegir actividades para llevar a cabo en tu tiempo libre: ver la tele, socializar, leer, ir a misa, etcétera. Yo he decidido convertir a mi personaje en una monja, a ver si puedo. En un juego que es tan lineal y tan poco lineal al mismo tiempo, los retos te los tienes que poner tú. Y convertir a Bogdana en carmelita descalza es lo más interesante que se me ocurre.

La vida va bien y nos mudamos a una casa más agradable si cabe. De repente, me sobreviene una duda moral planteada por el juego: has mentido a no sé quién y no sabes si seguir mintiendo o decir la verdad. ¿Qué repercusiones puede tener esto? Por mi experiencia en el juego, absolutamente ninguna. Decido no seguir mintiendo porque como decían los de Parálisis Permanente, quiero ser santa.

En teoría tus decisiones afectan ligeramente a tus atributos, que afectan ligeramente a tu vida. Mi familia entra en un bucle ridículo en el que se mudan a una casa mejor, luego a una casa peor, luego a una mejor, etcétera, lo que no tiene ningún sentido y estoy seguro de que es económicamente contraproducente. Y yo empiezo a fumar, pa' aserme er shulo.

Alrededor de los 15 años es cuando todo se empieza a poner interesante, y mi loca juventud (que esperemos no afecte mi ingreso en un convento) acaba de empezar: es el momento de beber, fumar, tomar drogas, y enrollarme con Wojciech Freinkel. La verdad es que ha sido muy fácil tomar la decisión de llevar mi vida por el camino del diablo, no sé como he acabado siendo un individuo tan sano en mi vida real.

El caso es que me acabo de graduar del colegio, y mi primer encuentro con el mundo real ha sido duro: no puedo ser marinera, pues es una profesión masculina y no me dejarán.

Dichosos y masculinos marineros...

Y como vivo en una zona rural, no puedo ser... limpiabotas por algún motivo. El caso es que me conformo con ayudante doméstica, lo que me obliga a reducir mis actividades de tiempo libre. Por desgracia, no he sacado notas lo suficientemente buenas como para ir a la universidad, lo que ha mandado mi vida al garete, si bien no he podido tener ningún tipo de posibilidad de cambiar eso.

Quizá esa poca interacción entre el juego y el jugador simbolice la futilidad de enfrentarse a nuestro destino. O quizá era demasiado difícil de programar, una de dos.

Rompo con el amor de mi vida, Wojciech Frankiel, y fracaso al intentar dejar de fumar. Por suerte, si que me aceptan en un cursillo de Administración de Empresas. Al parecer, mi deseo de ser monja es imposible de cumplir, pues el juego no incluye la profesión de monja (o al menos yo no la veo). Sólo eso le quita por lo menos 20 puntos de valoración. 

Termino el curso ese, y decido montar un negocio de asistencia psíquica, en plan médiums y cosas, porque ahora mismo es lo único que puede calmar mi tristeza de no poder ser monja. El negocio va como la seda, y me caso con un tal Dobromil Mazur, y tengo mi primer y precioso hijo, Juliusz. Va todo tan bien que decido invertir en acciones de riesgo bajo, porque el juego te deja hacer eso (al parecer las acciones bursátiles son más importantes en la vida que, pongamos, tu educación).

Las cosas aleatorias que pasan incluyen que Bogdana haya desarrollado, así de repente, un trastorno obsesivo compulsivo. Lo que me hace pensar que una médium con OCD sería un personaje fantástico para una serie de la Fox.

Esto empieza a ser aburrido, por lo que decido en un ataque de rabia mudarme a Kabul y abandonar a mi marido. 

Allí me roban 60.000 afganís, Dobromil coge la tuberculosis, mi padre la hepatitis, y yo me pregunto por qué diablos se ha mudado toda mi familia conmigo, incluyendo mis padres. Por suerte, todo es más interesante, dado que los terremotos y los tiroteos se suceden y nunca sé cuándo me va a tocar a mí.

Los hombres me rechazan y a mi madre le da un infarto y se muere, por lo que me doy a la bebida y espero que el fin llegue pronto. Tengo 43 años.

Afortunadamente, un par de años después, el gobierno me arresta por motivos no revelados y me obliga a confesar algo. Yo acepto, y en un dramático giro de los acontecimientos, me liberan, lo que quizá sea lo menos creíble que haya pasado hasta el momento, siendo yo una polaca cristiana que trabaja como médium en Afganistán. 

En algún momento me vuelvo a casar con un tal Mustafa, que tiene artritis en la rodilla. Yo, como alcóholica y drogadicta, supongo que no me puede quedar mucho para espicharla, pero cuando lo haga, quiero que sea espectacular: a los 64 años, y tras sufrir dos ataques al corazón, con ceguera debido a las cataratas y tras asistir al nacimiento de mi primer nieto Yousef, abandono este mundo tras haber estado consumiendo estupefacientes de una forma espectacular durante décadas.

El avatar de mi personaje cierra los ojos.

Y sonríe, sabiendo que su vida ha sido un canto a la esperanza.

CONCLUSIÓN

El punto interesante que promete Real Lives es el de enseñarnos lo dura que es la vida en distintos países no muy afortunados. Básicamente, es "Check Your Privilege: El Videojuego", una taladradora que pretende hacerte ver la suerte que tienes de haber nacido en el primer mundo, de una forma realista.

Ahora bien, el hecho de que una joven polaca se haya convertido en la abuela rockera definitiva, sobreviviendo en Kabul de forma casi casi sin altibajos (salvo por aquel momentáneo arresto injustificado), ganándose la vida como parapsicóloga alcohólica, no solo no es realista, es francamente inspirador y casi mejor que cualquier cosa que podamos experimentar en nuestras aburridas vidas. Así que como juego, Real Lives fracasa en ambos puntos: no es lo suficientemente realista como para hacer que nos replanteemos nuestras vidas, y lo que se supone que debería ser dramático parece propio de una peli de Tarantino.

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LO MEJOR:  es bastante entretenido si olvidamos lo que pretende ser.

LO PEOR: no es lo suficientemente entretenido como para mantenernos enganchados más de una hora, y su propósito moral acaba fracasando estrepitosamente casi siempre.

VALORACIÓN: 55/100. Le doy el aprobado porque todo juego en el que puedas ser una médium polaca en Afganistán se merece el aprobado. Por lo demás, no es muy interesante desde ningún punto de vista.

1 comentario:

  1. Yo también quiero crear una polaca medium en Afganistán. ¿Dónde puedo descargarlo?

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