jueves, 2 de febrero de 2017

Metal Gear (PS2, 1987)


Esta reseña fue escrita originalmente por Spiegel a finales de marzo de 2015. Su retraso en la publicación se ha debido a problemas técnicos y comunicativos internos (aka. "el redactor jefe es un inútil y no cumple con su trabajo de revisión y planificación"). Pedimos disculpas en caso de detalles que puedan parecer anacrónicos o desactualizados.

Versión analizada: PS2.

Otras versiones: MSX2, PS3, PSVita, Xbox 360, Consola Virtual de Wii, DOS.

Sin Solid

Metal Gear es uno de los primeros juegos que pretendían enfocar la jugabilidad hacia un terreno distinto de la mera acción. En este juego encarnamos a Solid Snake, el miembro más novato de la unidad FOXHOUND, comandada por Big Boss, en su primera misión. Dicha misión consiste en infiltrarse en Outer Heaven (una nación-fortaleza armada hasta los dientes), encontrar a Gray Fox (el miembro enviado antes que Solid Snake a dicha fortaleza), y averiguar qué es “Metal Gear”, las dos últimas palabras recibidas de Fox antes de que cortase la comunicación. ¿Sus armas? Un paquete de tabaco. Comienza la operación “Intruso Nº 313”.

Tras la infiltración en la fortaleza, tenemos que buscarnos la vida en el sentido más literal: estamos solos y el único apoyo que recibiremos será por radio. Nuestro único equipo es un paquete de cigarrillos, así que tenemos que buscar armamento y equipamiento secundario por la base. Con semejante perspectiva, se impone el tratar de pasar desapercibido en vez de entrar por la puerta principal y balear al personal. Simplemente no podemos ir a saco. La premisa es, pues, pasar desapercibido en terreno hostil mientras nos procuramos los medios de avanzar por la fortaleza y, llegado el caso, defendernos.

Así pues el desarrollo del juego nos conmina a ver por dónde podemos ir en cada momento, ya que las puertas de la fortaleza solo se abren con tarjetas-llave que están numeradas del 1 al 8, y sólo responden a la tarjeta correspondiente, haciendo imposible, por ejemplo, abrir una puerta de nivel 2 con una tarjeta de nivel 4. Este sistema tiene un “pero” que a mí me ha parecido muy gordo: las puertas no tienen ningún tipo de número que nos indique qué llave usar, haciendo la tarea de seleccionar la llave adecuada muy engorrosa si no apuntamos o memorizamos qué llave abre qué puerta una vez descubierta. Si nos descubre el enemigo, dará la alarma y tendremos que huir, siendo las armas el último recurso para eliminar a algún enemigo que nos estorbe el camino en nuestra huida, porque en algunos lugares los refuerzos serán ilimitados.

En Outer Heaven se ha desarrollado un movimiento de resistencia contra el dirigente de la nación-fortaleza que ha dado como resultado que en ciertas habitaciones haya presos, que al liberarlos nos darán información jugosa sobre Outer Heaven. Cada cinco presos rescatados, subirá nuestra “clase”. Subir la clase nos permite llevar más munición y objetos de recuperación, a la vez que nos aumenta la vida máxima. A esta labor de rescate de presos se nos une la resistencia local por radio, que también actuará de equipo de inteligencia particular, dándonos información sobre la base y el armamento que podamos encontrar.

Fumar perjudica gravemente su salud y la de los que están a su alrededor.

En materia de jugabilidad, Metal Gear se perfila como un juego muy simple en sus controles pero algo complejo en sus mecánicas: disponemos de los botones de dirección para controlar a Snake en las cuatro direcciones cardinales, un botón para pegar puñetazos y otro para disparar el arma equipada. Disponemos de un botón para utilizar la radio y un par que nos llevan al inventario y al armamento. Con estos controles podemos hacer muchas cosas. Podemos por ejemplo golpear las paredes para ver si suenan distinto y así revelar nuevas áreas (previa colocación de explosivo en la pared). Podemos equipar una máscara de gas para evitar morir gaseados en ciertas habitaciones. Podemos escondernos en una caja para evitar a las cámaras de vigilancia, que pensarán que somos... bueno, una caja. Podemos echarnos un cigarrillo para ver los rayos infrarrojos y evitarnos un susto innecesario, o podemos lanzarnos en paracaídas para acceder a áreas de la fortaleza inaccesibles de otro modo, por ejemplo.

El mérito de Metal Gear es, por tanto, doble: su enfoque orientado a la infiltración más que a la acción (aunque no hay ausencia de jefes finales) y su variedad de situaciones para ser un juego de 1987. Otro aspecto a destacar es  una cierta ruptura de la cuarta pared (sí, Metal Gear revienta en un momento puntual la cuarta pared) que prefiero no desvelar para el que no lo haya jugado, y aunque hoy día no sea una cosa demasiado impactante, en su día debió ser, cuanto menos, curioso.

Gráficamente es un juego bastante colorido y con unos sprites muy grandes. Los pisos de los edificios que componen Outer Heaven están lo suficientemente bien diferenciados como para saber en todo momento en qué lugar estamos con un solo ,una vez nos hemos familiarizado con el lugar. Destaco sobre todo que Snake tiene distintos tipos de sprites y animaciones dependiendo del lugar al que mira o de si va o no con algún arma equipada, algo que en aquella época brillaba por su ausencia (se solía invertir el sprite para señalar que se miraba hacia la izquierda).

Como aspecto negativo señalo que el juego es corto. Cortísimo. Dura tres horas. Tres horas en la primera partida. El sistema de guardado es algo incómodo hasta que descubres que, pese a que guardes la partida en un edificio, se reinicia la partida en el ascensor del piso en que te encuentres, con lo que es posible que haya que hacer un trecho largo para volver a donde te mataron. Las puertas, como he comentado antes, son muy engorrosas a no ser que memoricemos o anotemos el nivel de cada puerta. Por último, su dificultad es, a veces y tirando hacia el final, un tanto injusta, pues Outer Heaven está plagado de trampas indetectables a menos que, claro, las suframos, lo cual incrementa el nivel de frustración al caer a un foso que no hay manera de detectar.

No, no las ves venir.

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LO MEJOR: Es una propuesta muy original en su concepto, sentó las bases de lo que sería la saga. La variedad de situaciones es encomiable. Es un juego muy mimado.

LO PEOR: A día de hoy puede ser algo duro para los jugadores acostumbrados  a que los lleven de la mano. Repetir secciones enteras si morimos lejos de un ascensor. Quizá sea la entrega más prescindible de toda la saga, más allá de ser la que lo inició todo. La traducción de la versión de PS2 la hizo un orangután drogado.

NOTA: (Nota aclaratoria: para este especial pondré dos valoraciones. La primera será la valoración tomando el juego como juego en su conjunto, la segunda será la valoración como juego perteneciente a la saga Metal Gear).

Como juego: 70/100

Como Metal Gear: 60/100

CONCLUSIÓN: Juégalo si eres un fan acérrimo de la saga y no lo has probado, o si sientes curiosidad por el inicio de la saga, porque más allá de ello ha sido superadísimo por la saga Solid y por su secuela.

BONUS TRACK: ¿Os suena de algo este caballero?

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