Versión analizada: Sega Genesis.
Otras versiones existentes: Atari Jaguar, SNES.
Llevo jugando a videojuegos de fútbol desde hace eones, pero no soy lo suficientemente viejo como para haber disfrutado de este Head-On Soccer, cuyo nombre me recuerda a este obnubilante anuncio de la teletienda norteamericana, y con una portada que nos muestra a dos futbolistas de equipos de identidad ignota. Promete.
Voy a coger la costumbre, en parte por curiosidad y en parte también por rellenar con palabras superfluas los artículos, de investigar a la compañía responsable de cada juego que reseñe. En este caso se trata de U.S. Gold, que pese a su nombre estaba sita en la glamurosa Witton, una zona de Birmingham más conocida por albergar al Aston Villa y porque en su artículo de Wikipedia hay una frase que sale de la nada para apuntar que a William Futz-Ansculf, el hombre que tomó control de Birmingham tras la conquista normanda de Inglaterra, le gustaban los ponis.
El nombre de U.S. Gold se debe a que la compañía teóricamente pretendía tomar videojuegos estadounidenses de éxito y publicarlos más baratos en Europa, pero por lo que sea también hicieron sus pinitos en el desarrollo. Al parecer el deporte era su talismán, pariendo a lo largo de los años títulos tan variados como World Cup Carnival, Head-On Soccer, Olympic Soccer, y lo que es más importante, Olympic Gold: Barcelona '92 y Winter Olympics: Lillehammer '94, antes de ser adquirida por Eidos, que las cerró inmediatamente en 1996.
Head-On Soccer salió solo un año antes, así que podemos considerarlo un canto de cisne de esta maravillosa empresa con la que nos hemos encariñado tanto en dos párrafos. Como siempre, lo primero es el menú.
O torneo, o torneo, según parece. Pero esto no significa que los botones de "opciones" y "continuar" no ofrezcan sorpresas. El primero tiene, entre otros parámetros, el de habilitar "cameos" y "aggro", cuya utilidad se escapa totalmente a mi entendimiento. El segundo muestra una serie de letras para introducir algún tipo de código que supongo que valdría para algo en 1995. Si alguien sabe qué es eso que me lo explique, si es que consigue acceder a un ordenador desde la residencia de la tercera edad en la que esté internada.
Head-On Soccer ofrece una amplia variedad de selecciones nacionales, pero yo me siento atraído por la de Zambia, así que elegiré esta para participar en el torneo. El partido de primera ronda es ante la potencia petrolera de Kuwait. Un partido apasionante que vería Maldini y absolutamente nadie más.
El resultado finalmente fue épico pero no me dieron ganas de continuar jugando. Así que como crónica, baste este videoresumen con mi propio comentario anotado, y el de Manolo Lama y la COPE en partes clave.
De entrada, me parece fatal que el letrero luminoso indique "PRESS START" y que lo único que pase al pulsar start sea que el juego se pause. Yo esperaba confetti, o ese esperadísimo cameo que prometía el menú de opciones, pero nada.
Como simulación de un juego de fútbol, Head-On Soccer deja mucho que desear, salvo que todos los equipos sean el Levante de Descarga, Ballesteros y David Navarro. El leñerismo abunda, y el criterio de los árbitros es al mismo tiempo laxo e incoherente, como demuestra ese penalti en que la ley de la ventaja no es aplicada, y las decenas de faltas con la bota a la altura de la tráquea que no se pitan.
La única estrategia aquí es salir corriendo con el balón jugado, ya que la ausencia de un radar y la extraña perspectiva isométrica hacen imposible saber si hay un compañero de equipo delante del balón a quien poder pasarlo, o si se va a ceder la pelota inevitablemente al contrario. También cuenta que no sé jugar, pero bueno.
Así que, debido a la violencia que pasa impune y al hecho de que renta más es avanzar con la bola como si no hubiera un mañana, Head-On Soccer podría haber sido comercializado como Head-On Rugby y resultaría más fiel al deporte al que se supone pretende simular. No sé hasta qué punto alguien podría jugar a este juego más de diez minutos, salvo que esté con más gente a la que desee reventar a patadas. Como despedida de U.S. Gold, deja mal sabor de boca. Tal vez tenía que haberlo dejado en Lillehammer.
LO MEJOR: Plantarle los tacos a alguien en las costillas.
LO PEOR: No hay nada que te haga querer jugar un segundo partido.
VALORACIÓN: 27/100. Por ejemplo.
Llevo jugando a videojuegos de fútbol desde hace eones, pero no soy lo suficientemente viejo como para haber disfrutado de este Head-On Soccer, cuyo nombre me recuerda a este obnubilante anuncio de la teletienda norteamericana, y con una portada que nos muestra a dos futbolistas de equipos de identidad ignota. Promete.
Voy a coger la costumbre, en parte por curiosidad y en parte también por rellenar con palabras superfluas los artículos, de investigar a la compañía responsable de cada juego que reseñe. En este caso se trata de U.S. Gold, que pese a su nombre estaba sita en la glamurosa Witton, una zona de Birmingham más conocida por albergar al Aston Villa y porque en su artículo de Wikipedia hay una frase que sale de la nada para apuntar que a William Futz-Ansculf, el hombre que tomó control de Birmingham tras la conquista normanda de Inglaterra, le gustaban los ponis.
El nombre de U.S. Gold se debe a que la compañía teóricamente pretendía tomar videojuegos estadounidenses de éxito y publicarlos más baratos en Europa, pero por lo que sea también hicieron sus pinitos en el desarrollo. Al parecer el deporte era su talismán, pariendo a lo largo de los años títulos tan variados como World Cup Carnival, Head-On Soccer, Olympic Soccer, y lo que es más importante, Olympic Gold: Barcelona '92 y Winter Olympics: Lillehammer '94, antes de ser adquirida por Eidos, que las cerró inmediatamente en 1996.
Head-On Soccer salió solo un año antes, así que podemos considerarlo un canto de cisne de esta maravillosa empresa con la que nos hemos encariñado tanto en dos párrafos. Como siempre, lo primero es el menú.
O torneo, o torneo, según parece. Pero esto no significa que los botones de "opciones" y "continuar" no ofrezcan sorpresas. El primero tiene, entre otros parámetros, el de habilitar "cameos" y "aggro", cuya utilidad se escapa totalmente a mi entendimiento. El segundo muestra una serie de letras para introducir algún tipo de código que supongo que valdría para algo en 1995. Si alguien sabe qué es eso que me lo explique, si es que consigue acceder a un ordenador desde la residencia de la tercera edad en la que esté internada.
Head-On Soccer ofrece una amplia variedad de selecciones nacionales, pero yo me siento atraído por la de Zambia, así que elegiré esta para participar en el torneo. El partido de primera ronda es ante la potencia petrolera de Kuwait. Un partido apasionante que vería Maldini y absolutamente nadie más.
El resultado finalmente fue épico pero no me dieron ganas de continuar jugando. Así que como crónica, baste este videoresumen con mi propio comentario anotado, y el de Manolo Lama y la COPE en partes clave.
De entrada, me parece fatal que el letrero luminoso indique "PRESS START" y que lo único que pase al pulsar start sea que el juego se pause. Yo esperaba confetti, o ese esperadísimo cameo que prometía el menú de opciones, pero nada.
Como simulación de un juego de fútbol, Head-On Soccer deja mucho que desear, salvo que todos los equipos sean el Levante de Descarga, Ballesteros y David Navarro. El leñerismo abunda, y el criterio de los árbitros es al mismo tiempo laxo e incoherente, como demuestra ese penalti en que la ley de la ventaja no es aplicada, y las decenas de faltas con la bota a la altura de la tráquea que no se pitan.
La única estrategia aquí es salir corriendo con el balón jugado, ya que la ausencia de un radar y la extraña perspectiva isométrica hacen imposible saber si hay un compañero de equipo delante del balón a quien poder pasarlo, o si se va a ceder la pelota inevitablemente al contrario. También cuenta que no sé jugar, pero bueno.
Así que, debido a la violencia que pasa impune y al hecho de que renta más es avanzar con la bola como si no hubiera un mañana, Head-On Soccer podría haber sido comercializado como Head-On Rugby y resultaría más fiel al deporte al que se supone pretende simular. No sé hasta qué punto alguien podría jugar a este juego más de diez minutos, salvo que esté con más gente a la que desee reventar a patadas. Como despedida de U.S. Gold, deja mal sabor de boca. Tal vez tenía que haberlo dejado en Lillehammer.
LO MEJOR: Plantarle los tacos a alguien en las costillas.
LO PEOR: No hay nada que te haga querer jugar un segundo partido.
VALORACIÓN: 27/100. Por ejemplo.
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