PC.
Otras versiones: No hay.
Garry's Mod. Dos palabras que conmoverán a cualquier amante de la libertad. Los que empezaron jugando a las peleas con los Action Man entenderán que no hay nada que te haga sentir más poder que el ser capaz de controlar a muñequitos para que hagan lo que tú quieras. Pues bien, todo eso y mucho más es posible con el software de Valve, y por eso me sentí tan decepcionado la primera vez que lo probé.
Lo primero que me llamó la atención del Gmod, hace ya unos cuantos años, era la habilidad de crear películas. Eran los orígenes casi del "machinima", el arte de crear obras fílmicas mediante los motores de juegos de ordenador, y yo me enamoré de The Movies, quizá la mayor obra maestra engendrada por la especie humana. Sin embargo, esa maravilla de Lionhead coartaba mi potencial, y la falta de una comunidad dedicada, especialmente en los últimos años de vida del juego, hacía que empezara a no haber salida a mi desbordante creatividad. Fue así como descubrí Garry's Mod, que atrapó los corazones de toda una generación a través de cortos surrealistas protagonizados por los personajes de Team Fortress, Half-Life y otros. ¿Quién no recuerda el "You're a wizard, Harry"? Ay, el humor adolescente...
El caso es que al entrar a Garry's Mod, en lugar de un complejo tutorial para extraer todo el jugo de aquello, te encontrabas literalmente con un descampado. La microgestión era extrema, y no recuerdo si llegaba a haber siquiera exportado de vídeo o tenías que tener una segunda herramienta para grabarlo todo. Si unimos eso a que esa creatividad desbordante de la que hablaba es una enorme mentira, la conclusión es que lo dejé a los diez minutos. La historia, una vez más, se repite.
Muchos años después, sin embargo (y seguramente ya por entonces), lo de menos es lo de hacer tonterías con maniquíes. Ahora Gmod es un universo completo, como una especie de Minecraft o Roblox pero sin niños rata. Puedes jugar al escondite, a rolear Star Wars, a ser terrorista o a hacer parkour. No me lo podía perder, claro está.
Decidí empezar por el modo para el que se concibió esta cosa, que es el de sandbox puro y duro. Una vez más, presentado con un sinfín de opciones, decido coger la más cercana a mi corazón:
Por algún motivo, el minion yacía inerte en el asfalto. Tras buscar alguna especie de tutorial para animar maniquíes, encontrarlo demasiado largo y rendirme, decidí simplemente improvisar con todos los medios a mi disposición. En mi eterna búsqueda del arte, y tras casi una hora de trabajo, obtuve esto:
Es posible que deje todo para hacer una versión plano a plano de algo de Tarkovski protagonizado por los inmundos bichejos estos, pero antes de abocar mi vida entera a ese proyecto, y viendo que quizás no terminaría nunca, decidí probar otros modos de juego más simples, porque ahí es donde está la salsa de la vida.
Imagino que habrá un motivo por el cual hay miles de jugadores en DarkRP, un modo de roleo similar a aquellos que se han hecho tan populares en
GTA V, y en el que puedes desempeñar profesiones tan variadas como camarero, bombero o jefe de los SWAT, en las que tengo ya mucha experiencia. El listado de servidores abiertos parece un listín de la deep web, así que me uní al que menos problemático me resultaba a simple vista, AtomicRP, que se autodescribe como "un servidor DarkRP que se centra en el juego semi-serio, y la creación de amistades y experiencias memorables para nuestros jugadores". Veamos que amigos hacemos.
Tras tirarse un rato descargándose packs de armas de Counter Strike y demás ítems decorativos (pero sobre todo rifles automáticos), aparecí en la zona de desmilitarización de esta ciudad del vicio, donde no entendía la mitad de las cosas que veía. Monos experando un contrincante al ajedrez...
Extrañas zonas de color mate brillante sin propósito aparente...
Y demás sinsentidos. Con el afán de convertirme en un miembro de bien de esta sociedad de inadaptados que se aferran a un juego tan en desuso, me hice propietario de una casa y de su puerta, y me encaminé a buscar un trabajo. Entre tanto, en mi exploración pasé un rato atrapado en las alcantarillas, sin poder saltar del agua de nuevo a la superficie, un reto que puso a prueba mi pensamiento lateral pero que conseguí solventar invocando una bombona de butano para usarla de escalón. El insoportable lag lo hizo complicado, pero no hay desafío que no haya sido capaz de superar con mi suprema inteligencia. Pero cuando por fin me abrí camino hacia la supuesta civilización, mis sospechas de que esto era un cebo de las agencias federales norteamericanas se confirmaron.
Tras ver la imagen del gran Gaben corrompida de esta manera, pero más bien por los múltiples mensajes coloridos con apología a ciertos crímenes que arruinarían el ambiente jovial de este humilde blog, decidí poner punto y final a mis vivencias, al menos en este modo de juego.
Toca sortear, antes de marchar definitivamente, cuál de los principales servidores fuera del ámbito del roleplay, en este caso Trouble in Terrorist Town o Prop Hunt, visitamos. El primero es una versión shooter del clásico Lobo, o del Among Us si eres de la generación equivocada, mientras que el segundo es el escondite solo que te puedes convertir en armario. Un panorama interesante, pero el destino quiere que cojamos el revólver y nos pongamos a asasinar.
Pero antes, os dejo un enigma:
¿Qué futuro puede tener un juego con más servidores que personas? Me estoy adentrando en terrenos recónditos, abandonados, obscuros. Tal vez tendría cierto encanto precisamente eso, colarme en uno de esos mundos vacíos, vivir allí, moldearlo a mi imagen y semejanza, ser un nuevo Creador. Pero no podría vivir con el miedo a que el verdadero admin aparezca, y ponga fin de un plumazo a años de tranquila y sostenible existencia. Y dudo que los de Stop Desahucios tengan el
Gmod en su jurisdicción.
El caso es que la experiencia fue aproximadamente la que uno podría esperar. Gente por el chat de voz hablando todos a la vez, acusándose de ser musulmanes, rusos o liberales comunistas, mientras disparaban a placer armas de asalto en un mapa diseñado a imagen y semejanza de Fairplay, la ciudad de South Park.
A mí me derribaron dos veces simplemente mirando el inventario, en ningún momento me quedó claro en qué equipo iba, y el único momento positivo fue cuando, una vez difunto, fui capaz de infundir mi alma en un sofá, que daba saltitos cuando presionaba la tecla espacio. No me pasaron los testículos por la frente, pero supongo que faltó poco.
Garry's Mod me ha derrotado. Una década después de la decepción que me dio, me ha proporcionado una peor, una que ya no proviene de la creación de Valve, si no de la de Yahvé. Como Prometeos, los cuatro tontos de siempre han arramplado con el fuego divino que supone el sandbox más puro y abierto del mundo digital, y lo han usado para encender la hoguera de la intolerancia. Y así muere una de las épocas preciosas de los primeros 2000s, la de la promesa del gran sueño virtual, la de Second Life y el eMule, ahora convertida en un reducto de trolls reaccionarios.
Supongo que mejor tenerlos contenidos en algún sitio, gritándose unos a otros, entretenidos en un intercambio infinito de balas e insultos. Pero si valoras tu cordura y lo poco que mantengas de esperanza, es mejor alejarse y, de tenerlos, quedarse con los buenos recuerdos.
Qué pensaría Garry si os viera...
LO MEJOR: Si tu aburrimiento es gigante e insaciable, puedes probar a juntar un muñeco de Shrek y otro de Goku y hacer como que se pegan. Eso matará unos diez minutos de tu tiempo.
LO PEOR: El modo en solitario resulta insondable sin pasar horas y horas viendo tutoriales, y aún así es mejor que la alternativa de que te griten al oído edgelords trumpistas que quieren matarte. Aunque supongo que es una buena simulación de lo que es ser congresista demócrata ahora mismo.
VALORACIÓN: 38/100.
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