Versión analizada: PC.
Otras versiones: PS4.
La lucha libre profesional es uno de los mundos más interesantes y malentendidos de la industria del entretenimiento, una subcultura que se vive en secreto para evitar el constante aluvión de comentarios estúpidos de gente que piensa que igual gusta porque no sabes que es mentira. Para mí, el pro-wrestling es la mezcla perfecta entre el deporte, el teatro y Sálvame Deluxe, con un poquito de multiversos para darle el toque final.
Y, si eres como yo, aunque ver Raw o Smackdown con los inmortales Héctor del Mar y Fernando Costilla gritar ante los despliegues paranormales del Enterrador, los planes maquiavélicos de Edge o el tesón yanqui de John Cena era un disfrute inmenso, todo aquello era secundario ante los videojuegos de la WWE. La saga de Smackdown vs. Raw supuso un hito, y para mí una de las pocas razones para encender mi PS2. La extensa suite de creadores ("crea tu luchador", "crea tu entrada al ring", "crea tu set de movimientos", e incluso más adelante "crea tu campeonato" y la incomprensiblemente desaparecida "crea tu finisher"), más lo divertido del combate en sí, lo convertían en un título obligado de la plataforma, y si se te abría la curiosidad, ya si eso podías ver el programa de tele.
La generación que consumía lucha libre creció, y en su mayor parte se convirtió en gente de provecho que se ruboriza al recordar su época de ver a Batista apisonando a gente contra la lona, o a Jeff Hardy saltando desde las alturas al hormigón como si no apreciara su vida. Pero el tren no paró. Aunque el interés declinó, y probablemente pocos de los niños de hoy en día sepan distinguir a Roman Reigns de Seth Rollins, y mucho menos tener ni pajolera idea de qué es la AEW, el mundo del wrestling está viviendo una discreta segunda edad de oro.
Fire Pro Wrestling World es un título cuyo objetivo último es regresar a esa gloria del pasado, más concretamente a la de los '90 y 2000. Una saga que se originó en 1989 para la TurboGrafx y que cuenta con dos docenas de juegos, y que nunca ha abandonado la estética retro por mucho que hayan pasado los años. Sus fans se regocijaron cuando en 2017, y por primera vez en PCs como Dios manda, salió a la venta esta su última entrega, porque los ordenadores ofrecen una posibilidad que nunca había surgido en los anteriores: el modding.
FPWW es infame porque nadie juega a él. La mecánica de lucha es intrincada, y se base en dominar un timing bastante esquivo y repetir una y otra vez movimientos hasta que el rival tiene a bien no volver a levantarse. Habrá gente que lo disfrute, pero no representa el mayor atractivo del juego, y eso que hasta hay un modo online.
El 99% de la base de usuarios del Fire Pro se dedican a simular combates. Algunos crean sus muñequitos, otros los descargan sin más del Workshop, juntan a cuatro o cinco en un ring con minas y sillas, y se hacen unas palomitas. Es más barato que Netflix, y gente particularmente imaginativa puede dedicarse a montar sus propias storylines con traiciones, lesiones y campeonatos mundiales. Y el que no lo entienda, es que no vivió el épico triunfo de El Monasterio ante los villanos hermanos Estrada y su temible guardaspaldas Coco Salvaje. Pero estoy divagando.
Probemos por un momento a controlar a nuestro luchador. El tutorial es concienzudo y empieza desde lo básico: la insinuación homoerótica.
Es aquí donde aparecen diversas dinámicas del juego: si empiezas el combate con movimientos demasiado fuertes, sin agotar primero al oponente, lo más probable es que te contrarreste. Existe un botón de respirar que el tutorial no te explica pero te ayuda a mantener tu resistencia. Poco a poco, el rival se irá cansando y tardando más en levantarse del sueño (pero nunca tanto que te puedas relajar, lo cual también hace que la simulación no sea extremadamente realista). La cantidad de reversals es inmensa y da lugar a combos bastante curiosas. Y si todo va bien, cosa que nunca se sabe porque la fórmula para obtenerla no consta en ningún sitio, te darán una alta puntuación, que imagino que querrá simular los ratings de Dave Meltzer y será más alta cuando mejor, desde el punto de vista del drama, sea la pelea.
El abuso al pobre continúa, esta vez a manos del simpático Winnie the Pooh, esta vez más sádico que de costumbre.
La ofensiva es demasiado para Bender, que no puede nada más que rendirse. Por desgracia para sus enemigos, el permisivo árbitro no instará a los perdedores a abandonar el ring, lo que solo suma a la confusión general.
El siguiente en ser eliminado es el pobre Homer, ya cubierto de su propia hemoglobina por todas partes. Seis siguen en liza. Pero hay uno que está disfrutando.
Mi apuesta para la victoria empieza a estar clara: Popeye y Winnie, más que nada porque son los únicos que no están sangrando como cochinillos. En general les da igual quién está dentro y quién fuera, se pegan todos entre todos como si fueran las rebajas de enero. Los únicos aislados que se dan para el pelo de manera individual son Peter y Shrek, y parece que el quahoggiano tiene la ventaja.
Los eliminados rompen pins libremente, y empiezo a sospechar que esto no va a acabar nunca, lo que temo, porque tengo dos horas hasta poder devolver un DLC que he comprado solo para que los dibujos animados puedan participar.
La masacre de Winnie prosigue con un brainbuster que deja sin respuesta a He-Man y nos introduce de lleno en el ecuador de la batalla. Winnie. Spider-Man. Shrek. Popeye. ¿Quién resultará vencedor? Winnie ya se lo empieza a creer, llegando a imitar a Mussolini ante los abucheos del público.
Con lo que no cuenta es con que, como en Survivor, tus víctimas tienen el poder de hundirte. A ti y a tu columna vertebral.
Un brillante vuelo de Spidey elimina a Popeye, y oficialmente hay más personas en el ring que no pueden ganar que las que sí. Llevamos más de 45 minutos de pelea (la mitad en tiempo real) y aún podría quedarnos otro tanto. Que tengo que cenar.
Finalmente, justo antes de que dé la hora de combate, Shrek somete a Spider-Man con un Argentine Backbreaker demoledor que... es también el final. Al parecer me había perdido la anterior eliminación de Winnie, un par de minutos antes que la de Popeye.
Aquí el primero en derrotar a un rival será el ganador, así que la tensión es mucho mayor. A los dos minutos, Shrek ya está abierto en canal.
A escasos días del estreno de Winnie the Pooh: Blood and Honey, siento como si ya la hubiera visto. Hemos descubierto hoy a una bestia sanguinaria, capaz de cualquier cosa para salirse con la suya, y con ciertas tendencias fascistas. No hay que fiarse de las apariencias. Y lo mismo con Fire Pro Wrestling World. Un juego que parece una antigualla puede darnos buenos ratos, aunque sea de maneras insospechadas.
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